Las polillas ya no van hacia la luz
Algunas especies de polillas ya no se sienten tan atraídas por la luz artificial. Lo dice un estudio de la Royal Society. Al parecer, ha sido tal el exceso de exposición a la contaminación lumínica que nuestras bombillas ya no les resultan tan atractivas. Este cambio ha tenido algunas contrapartidas positivas. No en vano, como señala el estudio, esta atracción ha sido generalmente una relación fatal para los insectos nocturnos: al acercarse a la luz se hacen visibles a sus depredadores -y si no que se lo pregunten a las salamanquesas-; y en otros casos muchas mueren achicharradas dejando en el aire los ecos de un leve crepitar. Pues eso que han ganado. Podríamos, piensa esta narradora, aprender de ellas. Podríamos, por ejemplo, alejarnos de algunos excesos, como la agricultura extenuante o la ganadería maltratadora, por más que nos hayamos acostumbrado a ellas casi sin saberlo. Podríamos abandonar prácticas que contaminan nuestras aguas, cosa que ya era 'pecado' en el antiguo Egipto, fíjense ustedes. Podríamos eliminar los químicos agresivos de la ropa que nos vestimos. Y hasta quizá deberíamos huir, como las modernas polillas de la luz, de esta nueva y tediosa campaña electoral, ya que si no cambian ni los candidatos ni los programas, ¿para qué una nueva campaña? Que vuelvan a emitir los vídeos de la anterior y listo. Y eso que nos ahorramos. Quizá estos cambios de comportamiento, al modo polilla, reduciendo la atracción hacia determinadas actividades que al final resultan fatales para nosotros, puedan hacer que aumente directamente la supervivencia y la reproducción de nuestra especie, y la conservación del planeta. Quién sabe. Seguimos cavilando.