Cumpliendo con nuestros compromisos, en elclickverde hemos rastreado ya la primera subcuadrícula -de las dos que tenemos adjudicadas- en busca de tejoneras. No ha habido suerte, pero no se puede desperdiciar una buena ruta. Así que hemos disfrutado del encuentro e investigación de egagrópilas, del avistamiento de vuelos de aves, de la escucha de sus cantos y de la identificación de recursos para destinar a educación ambiental... Las ramblas están llenas de vida. Y quizá, el tejón no esté tan lejos...

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En este caso, la ruta diseñada tiene unos 8 kilómetros, de los que, según el protocolo del I Sondeo Ibérico de Tejoneras en el que participamos, hay que peinar cinco tramos de 500 metros cada uno, separados por otros 500 metros que no hay que estudiar..., si bien, una vez que estás, se te van los ojos a las paredes buscando igualmente las tejoneras. La ruta debe avanzar lo más recto posible, para evitar repetir tramos; pero nosotras hemos decidido cerrarla, después de acabados los tramos a inspeccionar, en un recorrido circular.

Nuestra ruta comienza con una rambla, con la fortuna de que la lluvia reciente ha dejado un lodo fresco en el que se marcan bien las huellas..., pero el tejón no aparece. Hubiera sido un dato definitivo, pero esto es lo que hay, para nuestra (leve) decepción.

Leve porque, más adelante, descubrimos un posadero de búho real, y comederos cercanos, 'adornados' con plumas, defecaciones y egagrópilas. El último día (porque esta ruta ya la revisamos en una salida previa), el animal se había comido, entre otras presas, un erizo europeo, a juzgar por las púas encontradas comedero abajo. Y eso que en la zona no falta comida, pues hay rastros de conejo (deposiciones, huellas y guaridas) por toda la zona.

Pocos metros más adelante, continúan las señales de actividad de la rapaz, y hasta nos da la impresión de que le gusta en concreto una gran piedra plana para comer tranquilamente su caza.

Las perdices no dejan de cantar y de levantar el vuelo pesado a nuestro paso. Un par de cernícalos van a posarse a una pared cercana al lugar elevado que una de ellas había escogido para esperar a que abandonáramos el lugar.

oquedad_abandonada_firm.jpgLa pared de la rambla presenta material escarbable... habría sido, a priori, un buen sitio para el tejón, pero no. Investigamos bastantes oquedades. Algunas tienen deposiciones de conejo, otras telarañas (imagen de la derecha), otras no son naturales... no hay suerte.

La ruta va abandonando su vegetación más silvestre, con tamarices, genista o cañas, y pino en las laderas, y aparece el primer cultivo de cítricos, del que luego se ven más.

Debido a las lluvias, se ha formado una pequeña charca que las ranas comunes aprovechan para colonizar, el tiempo que dure. Está a los pies de otro cultivo, y justo al lado del camino, pero hay al menos unos ocho ejemplares del anfibio.

El sendero asciende entonces, dejando el cultivo a la izquierda, pero yendo a dar a otro plantío, que se bordea esta vez por su izquierda, para superar después terrazas que se hallan o bien abandonadas, o bien en barbecho. No es lugar para el tejón, pero seguimos mirando, cuando toca.

Más adelante, y todavía cuesta arriba, y a veces un poco cuesta abajo y vuelta a subir, la senda se adentra en el bosque meditarráneo de espartal, albaida y pino carrasco. Alguna bolaga se pinta de amarillo. Una madre de piquituerto se esmera en dar de comer piñones a su cría, y ninguna de las dos deja de cantar ni de alimentarse a causa de nuestra presencia. Un poco más allá, una culebra huye del camino para esconderse entre los arbustos.

La ruta llega entonces a la cumbre, en una curva, y comienza a descender. El lugar deja buenas vistas del PR de El Valle y Carrascoy y, al fondo, Sierra Espuña. Pendiente abajo, el boque de pinos. Está hermoso, pero lo afea la importante presencia de procesionaria. Este año parece que está siendo duro. El camino sigue salpicado de albaida, que es muy abundante a los lados y que dejará, en época de floración, una muy bonita estampa. Entremezclado con ella, crecidas matas de romero aportan ya un olor agradable que acompaña al paseante. Una mariposa papilion macaón revolotea sobre la planta aromática. Por aquí no vemos lugares por donde pueda habitar el tejón, si bien continuamos observando atentamente por si aparecieran huellas o letrinas.

El sendero nos deja a los pies de un extenso cultivo de algarrobos, que o bien está abandonado o se ha destinado a cultivo ecológico, ya que el espacio entre las líneas plantadas está totalmente cubierto por albaida. A veces surge algún lentisco o un espino. Lo que sí empieza a haber mucho, a partir de aquí, son puestos de cazadores. Ya habíamos registrado lo que nos parecía un puesto en la propia rambla, pero ahora estamos de lleno en un coto de caza, y se nota. De cuando en cuando, hallamos  un cartucho en el suelo.

Seguimos el camino, pero lo abandonamos para acercarnos a una torre y observar el paisaje. A lo lejos, a la izquierda, hay una instalación de panales de abejas. Algunas llegan a explorar la torre. Continuamos hacia la loma, y de aquí, vamos tomando hacia la derecha para cruzar la rambla por un camino semi habilitado, y continuamos por la elevación contigua. Desde aquí avistamos las laderas de otra loma, a la izquierda, donde una miembro del grupo descubre, prismáticos en los ojos, lo que puede ser una tejonera. Nos queda lejos, fuera de la ruta y fuera de lo indicado por el protocolo del Sondeo, pero no podemos dejarlo ahí, así que hacemos la promesa de volver para investigarla. Son más bien las ganas, porque aunque tiene aspecto exterior a modo de tejonera y algunos caminos a los lados que son, eso sí, rastros de animales, lo cierto es que la cercana presencia de cultivo nos lleva a rebajar las expectativas. Pero volver no cuesta tanto y la ilusión no tiene precio...

Vuelta a mirar a la dercha, nuesto rumbo, nos toca ascender otro poco, en un andar fácil, hasta dar con una construcción dehabitada, que bordeamos para luego descender rápidamente y alcanzar la margen izquierda de la rambla, llegando al punto de partida y cerrando el recorrido circular. 

+++++++ NOTA: 

En la visita previa (noviembre 2013), se oyó al petirrojo y al pinzón; se vio al colirrojo real y a las perdices, y una garza real que cruzó el cielo. En aquella ocasión, insepccionamos la rambla (por orden alfabético de apellidos): Irene Arnaldos, Montse Delgado, Belén Escudero, Susana Noguera y Mónica Rubio.

El pasado domingo 13 de abril, fuimos Belén Escudero (que avistó la posible tejonera); Eva Vázquez, de EPlan, y Mónica Rubio.

Y en las dos ocasiones, nos lo hemos pasado genial.

 

  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 1
    Principio de la ruta: entrada a la rambla
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 2
    Primeros tramos de la rambla
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 3
    Buscando indicios de todo
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 4
    Una rana en una charca pasajera
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 5
    Terrazas de cultivo (o abandonado o en barbecho)
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 6
    Comprobando que seguimos la ruta
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 7
    El bosque que bordea la ruta
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 8
    Bolsa de procesionaria
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 9
    Vistas desde lo más alto del recorrido
  • I Subcuadrícula del I Sondeo Ibérico de Tejoneras 10
    Sospechas de una tejonera... ¡veremos!