Un estudio de la Universidad de Murcia (UMU), señala que aves frugívoras transportan semillas de lentisco a través de sus rutas migratorias en sentido norte-sur entre Europa y África, lo que podría favorecer el flujo génico y disminuir así las diferencias genéticas entre las poblaciones, según informa la institución docente en una nota de prensa.

En este sentido, cualquier cambio en sus movimientos migratorios, debido al cambio climático o cualquier otra perturbación como la caza o la destrucción de sus zonas de parada, podría tener consecuencias genéticas para las especies de plantas de las que se alimentan.

La hipótesis que se baraja en el trabajo es que, en el caso de que las migraciones de las aves frugívoras se detengan al norte del Mediterráneo, dejarán de conectar las poblaciones de lentisco separadas a grandes distancias. “Este hecho implicaría la pérdida de la conexión genética a través del mar y, por consiguiente, una menor capacidad de adaptación ante perturbaciones como el cambio climático”, señala Vicente Martínez López, investigador de la UMU y uno de los responsables del estudio.

La razón de esta menor capacidad de adaptación vendría, por tanto, de la pérdida de conexión genética. “Pensemos, por ejemplo, en que cada vez el clima es más seco. Las poblaciones de lentisco del Norte de África podrían presentar variantes genéticas más adaptadas a la sequía que las de Francia, Italia o Croacia. Si no hay conectividad genética, no se transmitirían esas variantes y las poblaciones de Europa no se podrían adaptar bien e, hipotéticamente, acabar extinguiéndose”, explica Martínez López.

La importancia del lentisco

El lentisco es una especie clave en los matorrales mediterráneos, ya que produce gran cantidad de frutos durante largos periodos de tiempo que son, además, muy ricos en lípidos. Debido a sus características, la mayoría de las aves frugívoras de la comunidad se alimentan de sus frutos.

La conexión a través del mar de las poblaciones de plantas de fruto carnoso implicaría que se comportan como una “gran población”. Esto conllevaría una conservación de estas poblaciones a lo largo de las rutas de migración de las aves, para que se mantenga el flujo génico. También supone que, a la hora de realizar planes de gestión de la especie, se preste atención a esta “gran población”, y no tanto a las particularidades de una zona concreta.

Sin embargo, “hay que ser cautos y llevar a cabo estudios que analicen otros factores que hayan podido afectar a la estructura genética de las poblaciones de lentisco, por ejemplo, grandes eventos geológicos pasados como glaciaciones”, señala Martínez López.

La investigación ha formado parte de la tesis doctoral de Vicente Martínez López, presentada en 2018 en la Facultad de Biología de la UMU y dirigida por Pilar De la Rúa y Francisco Robledano, dentro del programa de doctorado de Biodiversidad y Gestión Ambiental.

El estudio ha sido publicado en la revista Molecular Ecology.

2020-07-02

  • Imagen: UMU
    Imagen: UMU.