El bosque, terapia de futuro
Todos los lunes, desde junio pasado, 150 plantones de pino desembarcan en La Arrixaca. Su destino no es el campo, sino el cálido abrazo de los pequeños bebés que nacerán esa semana en la Maternidad. A partir de ese momento, el ejemplar elegido será su arbolito-hermano. Son ya decenas de recién nacidos los que han recibido su árbol-hermano en el centro hospitalario, y con todos ellos, el doctor Juan Antonio Ortega García quiere crear un ‘Bosque para la Salud’, un reducto de naturaleza que promueva una mejora de la calidad de vida de estos niños y que “en el futuro, cuando ya sean adultos, puedan utilizarlos para rehabilitarse”, avanza el pediatra. El bosque será así una terapia de la salud de hoy y de mañana.
Este ‘Bosque para la Salud’, el primero que surge en España con esta vocación, comenzará su vida el próximo 28 de noviembre, si el tiempo lo permite. La idea es que a la plantación acudan alrededor de las 300 ó 400 familias que han recogido su plantón. El lugar está aún por determinar por parte de la Dirección General de Medio Ambiente, pues es clave asegurar la supervivencia de las especies plantadas y el futuro de esta iniciativa.
La multitudinaria repoblación es, sin embargo, la ‘foto’ atractiva y fuertemente simbólica de un proceso más profundo. “Quiero cambiar esto y me creo que este mundo puede ser mejor”, desea el doctor. Así aspira a conseguir “que los hospitales incorporen un bosque a la cartera de servicios”. Detrás de eso, afirma, “hay un gesto fortísimo. Estás diciendo que basta de tanto aparato. Cuántos pacientes tenemos ingresados aquí días y semanas que salen a la baranda y ven el tráfico; si en lugar de eso salieran y se pasearan entre los árboles… eso es curativo”, evoca. Y seguidamente, amplía sus expectativas: “digo un bosque porque en este caso siento la necesidad de plantarlo, pero podría ser una playa o cualquier elemento físico de la naturaleza en el que los pacientes puedan caminar y realizarse”. Y añade que también cabe un paseo por los parque urbanos, acariciar los árboles, escuchar el canto de los pájaros, el pisar la hierba..., "recuperar todos esos aspectos a través de los sentidos que nos acercan a la madre naturaleza", así como tener mascotas o cultivar algunas plantas. "En definitiva, la forma de contactar con la naturaleza es amplia y diversa y sabemos que es beneficiosa en todas las esferas del desarrollo de la infancia. Y cada vez la conciencia de los profesionales es mayor", sentencia.
ESTUDIOS
Las evidencias que relacionan el contacto con la naturaleza y la mejora de la salud de las personas “son escasas pero cada vez más frecuentes, y se van acumulando”, reconoce el doctor Juan Antonio Ortega, responsable de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica de La Arrixaca. Ortega destaca que “las sociedades médicas internacionales de Pediatría, la Academia Americana de Pediatría y los grupos de interés más importantes en Pediatría en las últimas semanas ya nos recuerdan que lo que estamos haciendo aquí en Murcia es en la buena y mejor dirección”. Al respecto, subraya el artículo publicado en la revista Environmental Health Perspective en esta línea de trabajo.
Donde más experiencia hay, repasa el experto, es en estudios de viajes estructurados o programas de campamentos de verano fundamentalmente con niños con enfermedades crónicas. "Vemos cómo disminuye el consumo de fármacos y las visitas al médico, mejoran algunos parámetros y marcadores de seguimiento de estos pacientes y eso alienta a estimular la prescripción facultativa de ese poderoso fármaco que es el contacto con la madre naturaleza en todas sus formas".
El doctor admite que aún está por saber el efecto en la cantidad de vida, “pero estoy convencido de que las evidencias llegarán también”.
Ortega, que es responsable de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica de La Arrixaca, la única con esta especialidad en España, tiene dilatadas razones para impulsar la creación de este ‘Bosque para la Salud’. El contacto con la naturaleza, enumera, “mejora el control de la diabetes, el asma, la obesidad, la supervivencia del cáncer, contribuye a prevenir la adicción al alcohol y otras drogas, mejora los resultados reproductivos y en el recién nacido, mejora el rendimiento escolar y los test cognitivos, incrementa la función pulmonar y los niveles de vitamina D, y hemos objetivado y sabemos que reduce significativamente las visitas al médico”. Por todo ello, considera que “es una herramienta terapéutica de primera línea y tenemos que animar a los prescriptores, a los pediatras del país y del mundo, a que lo prescriban con más fuerza y frecuencia. Porque probablemente hace 150 años esto no era necesario, pero ahora necesitamos reconectar a nuestros niños con la madre naturaleza, necesitamos que toquen los árboles, que acaricien las hojas, que pisen la hierba, que huelan la lluvia...”, sugiere.
El también doctor en Medio Ambiente y Cáncer Pediátrico, detalla que “sabemos que en los lugares donde los niños y familias están más en contacto con la naturaleza disminuye el riesgo de muchas enfermedades crónicas, bien respiratorias o bien endocrinas, y mejora el control de las mismas. Pacientes oncológicos en los que se desarrollan programas de contacto con la naturaleza mejoran la calidad de vida”.
Añade que en los pacientes crónicos con enfermedades respiratorias o diabéticos crónicos, los programas de verano de campamentos en la naturaleza mejoran el perfil bioquímico del paciente, disminuyen el consumo de fármacos y el número de visitas a los centros sanitarios.
“El impacto en salud es tremendo”, concluye. Así que no duda en defender que “se debería prescribir a los pacientes ese contacto con la naturaleza como un elemento rehabilitador, y cuanto más pequeños sean, mejor, porque el reto hoy de los sistemas sanitarios de salud son las enfermedades crónicas”.
Por su parte, lleva ejerciendo esta práctica desde hace ya 16 años. Sus pacientes son los “afectados de las injusticias ambientales”, niños con ‘enfermedades ambientalmente relacionadas’. Entre ellas cita las respiratorias, endocrinas, oncológicas, del neurodesarrollo... “Cada vez recibimos más pacientes así. Veo los casos que humanamente puedo. Hay listas de espera y me gustaría llegar a más pacientes y no puedo. La demanda cada vez es mayor. Empezamos con parejas infértiles, luego con casos con problemas en los embarazos, trastornos endocrinos, niños oncológicos, niños con enfermedades crónicas nefro-neurológicas, exposiciones a tóxicos y nerurotóxicos, a pesticidas...”, repasa la lista.
Y recuerda que hay una “creciente conciencia social de la relación entre salud y ambiente”. Por primera vez y desde hace unos meses tiene un residente de Pediatría del Hospital la Paz de Madrid, que ha llegado a Pediatría Ambiental “a aprender lo poco que sabemos de esto”. Además, la receptividad en las familias es fabulosa. “Si no fuera por, los pacientes que vemos y los no pacientes, en este caso los padres de los niños que nacen en la Maternidad, si no fuera por ellos, yo no tendría la energía que tengo para hacer las cosas que hago. La energía me la transmite la sociedad”, declara.
Gracias a esa energía, quizá, Ortega se muestra alborozado con la repoblación. Porque la creación de este espacio arbolado no es un gesto aislado, por más que su fuerza simbólica sea formidable. Se enmarca en un programa que trata de acercar a los niños y jóvenes a la naturaleza, estimulando su contacto para mejorar su calidad de vida. El programa arranca con la pareja embarazada, que recibe una pulsera con una semilla incrustada. Se trata de una etapa en la que se muestran altamente receptivos, así que acogen con ilusión esa semilla que, el día del nacimiento del bebé se trueca por el plantón de pino. “Si vieras la cara de los padres en el momento de darles el hermano árbol, te darías cuenta de que les hemos tocado en lo más íntimo”, apunta el también profesor colaborador del hospital Mount Sinai, en Nueva York.
EL PROGRAMA
'Nacer y Crecer sin OH' es un programa de la Dirección General de Salud Pública para la prevención de los trastornos neurocomportamentales asociados con la exposición prenatal a alcohol y otras drogas a través de la salud medioambiental pediátrica desde el inicio del embarazo hasta el final de la adolescencia.
Incluye la Campaña 'Bosques para la Salud' (Forest for Health) cuya misión es mejorar la salud y el medio ambiente de los niños y niñas fortaleciendo y promoviendo estilos de vida saludables a través del vínculo con la naturaleza desde la etapa periconcepcional hasta el final de la adolescencia. Actualmente solo se hace en la Maternidad del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, pero se trabaja para extenderlo a la siguiente maternidad de la Región de Murcia, en el Hospital Universitario Santa Lucía de Cartagena.
Junto con el nuevo árbol y las normas básicas para cuidarlo, las matronas y enfermeras en planta les entregan un paquete informativo que incluye Ambioma, “un fármaco muy poderoso que nosotros prescribimos en nuestra unidad, compuesto por aire limpio, agua limpia, alimentos naturales y sentimientos y experiencias con la naturaleza”, describe el doctor. Y el fármaco no va solo, sino que se acompaña de una ‘Guía de los Primeros Pasos en la Naturaleza’ y de pautas sobre cómo hacer una crianza más saludable libre de drogas legales e ilegales.
Por todo lo que el conjunto supone, Ortega recalca que “la campaña ‘Bosques para la Salud’ tiene una importancia y trascendencia enorme”. Recuerda feliz cómo hace un año y medio se firmó un Convenio de Colaboración entre las direcciones generales de Atención al Ciudadano y Drogodependencia, de Asistencia Sanitaria, y la de Medio Ambiente en la Región que da cobertura a los ‘Bosques para la Salud’ y que él considera “histórico”. “Te reto a que me busques una comunidad autónoma de España que haya conseguido sentar a responsables con competencias en Medioambiente con los de Asistencia Sanitaria y Salud Pública para impulsar actividades y programas de salud de los niños y medioambiente”, lanza al aire, y lamenta: “porque lo hemos hecho en Murcia; si hubiera sido Madrid habría salido en la Primera”.
Y ahora, la campaña se acerca quizá a la fase más vistosa de todas. El primer ‘Bosque para la Salud’ está pronto a inaugurarse. En él participarán principalmente los niños nacidos en La Arrixaca desde junio pasado, pero también los más mayores, ya que en esta ocasión tendrá carácter retroactivo. Igualmente, también les han dado árboles a los niños enfermos crónicos que ven en sus consultas, “también queremos que vengan a repoblar este ‘Bosque para la Salud”, anima el doctor. Al fin y al cabo, el poder terapéutico de la naturaleza beneficia a todos. A Ortega le gustaría que la máxima figura de la institución del Hospital, el gerente, tomara posesión simbólica de ese ‘Bosque para la Salud’, “que será un elemento de rehabilitación y terapéutico para muchos de nuestros pacientes, y que además habrá sido construido con esos hijos que han nacido en esta Maternidad y que quiero que lo abracen cuando tengan 12 años”. Y no es su único deseo: “Sueño con los hospitales del futuro sean muchísimo más verdes, deberían estar embutidos en un bosque. Y sueño con que todos los maternoinfantiles de la Región, y a ser posible de España, cuenten con un bosque como un elemento terapéutico vinculado a la asistencia”.
Lento cambio
El doctor Ortega cree que “probablemente en nuestra nación necesitemos todavía unos 10 ó 15 años para alcanzar un grado de madurez plena de la importancia del medioambiente en nuestro día a día, pero estoy convencido de que ya se nota, es creciente y palpable. Será conmigo o sin mí, contigo o sin ti, pero la creciente conciencia social de la relación entre salud y ambiente será el principal motor de cambio”, asegura.
“Tenemos que tener paciencia, porque el cambio va a ser, pero va a ser más lento de lo que deseamos porque exige un camino de maduración en la sociedad. Lo que hacemos los sanitarios y los medios de comunicación es estimular en la mejor dirección. Todo ello forma parte de la necesaria innovación del planeta. El pensar que no va a haber Salud Medioambiental o especialistas en los medios de comunicación en medioambiente o en salud y ambiente es un ejercicio de confusión”.
En este sentido, apunta que es “francamente optimista". "No podría dejar de serlo después de 16 años dedicándome a esto. Aunque eso no quita que seamos realistas, y la realidad que impera es que tenemos una sociedad contaminada en la que el deterioro de la calidad ambiental en algunos aspectos es francamente mejorable y tiene su impacto en la salud de los más vulnerables, sobre todo los niños. Y eso, en vez de deprimirnos, tiene que ser el estímulo más fuerte. Ahora tenemos más motivos que nunca para seguir. Necesitamos que todos los niños de España nazcan vinculados a un árbol, nuestro país necesita árboles. Necesitamos reconectar a la infancia con la naturaleza”.
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Si quieres profundizar más sobre este modo de entender la vida, puedes leer a Richard Louv, quien ha publicado entre otros títulos este 'Volver a la naturaleza':
Expectativas laborales:
El doctor Ortega está convencido de que en un futuro cercano harán faltan interlocutores para los pacientes afectados por los tóxicos medioambientales.
Así, intuye que “hay una expectativa profesional para la próxima década impresionante. La Salud Medioambiental será troncal y básica en las escuelas de Medicina y Enfermería y otras biosanitarias. Habrá salida profesional para médicos ambientales, pero sobre todo la enfermería medioambiental ocupará un amplio espectro de la demanda para el futuro. Necesitamos formar a enfermeros ambientales a la carrera” Ortega considera que muchas de las cuestiones ambientales se refieren al cuidado de las personas, son preguntas para cuya respuesta el enfermero tiene el perfil ideal. “Se las están cuestionando los vecinos, las familias en la casa, sobre cómo les afectan los pesticidas, o los químicos de su barrio, o los centros de transformación de su barrio... y el enfermero tendrá ahí mucha competencia. Es un reto impresionante”, deja caer.
En el ámbito de la Medicina, apunta, se están buscando interlocutores que se están formando ahora; “porque dentro de los sistemas de salud ahora somos pocos los interlocutores que nos sentamos delante de los afectados y nos estamos cuestionando con ellos qué exposiciones ambientales afectan a su salud”. Apunta que cada vez con más frecuencia en las consultas de Pediatría se pregunta al médico si el agua es buena o no para el consumo, o cómo afectan los pesticidas que están vertiendo frente a su casa, o los tóxicos de su peluquería o las líneas de alta tensión. “Y ocurre que los profesionales no están formados. Es una necesidad sentida de la sociedad que tenemos que formar a los pediatras futuros y a otros profesionales biosanitarios para responder a estas demandas de la sociedad. Y entiendo que en los medios de comunicación pasará lo mismo”, reclama.