José María Egea, catedrático de Botánica de la Universidad de Murcia

"Si fuéramos conscientes del valor de los Territorios Agrarios Históricos, haríamos lo imposible por conservarlos"

Murcia acogerá unas jornadas anuales que abordarán, entre otros, este tema el 26 y 27 de octubre. Mientras, el experto está publicando un serie de álbumes virtuales sobre estos paisajes que corren peligro de desaparecer

Los paisajes agrarios tradicionales, esos que huelen a historia, que recogen usos y conocimientos heredados, sabores que se desvanecen en la memoria, una vetusta arquitectura o elementos constructivos en desuso, y que tan cautivadores resultan a los sentidos, están en peligro de desaparecer. Se conocen como Territorios Agrarios Históricos (TAH), y son los que, ensamblados en el entorno natural, aún conservan el agua colmatada de los arrozales reflejando jirones del cielo, el lento fluir de esa misma agua en la huerta, la mies sosegada mecida por el viento en la ancha llanura, la humildad de una huerta protegida por el imponente perfil de una alta montaña, una vereda atravesada por lejanos balidos... Y si desaparecen, se llevan con ellos no solo un elevado potencial productivo, sino también todos los tesoros que guardan.

Espoleado por ese lamento, José María Egea Fernández, catedrático de Botánica de la Universidad de Murcia, y que ya participa en la defensa de estos paisajes en el marco del Pacto Estatal por la Soberanía Alimentaria y la Sostenibilidad del Territorio, acaba de iniciar la publicación virtual de una serie de esmerados álbumes en los que presenta con profusión de detalles los TAH de la Región de Murcia. Todo ello, con la intención de "generar conciencia en los ciudadanos y en el poder político para que se tomen medidas urgentes y enérgicas para hacer efectiva la consolidación de los TAH de la Región. En juego está la seguridad y soberanía alimentaria de los murcianos", sentencia. Y añade: “Si los ciudadanos fuéramos conscientes de su valor, haríamos lo imposible por conservarlos”.

Las consecuencia más grave de la destrucción de estos espacios es "la pérdida de seguridad y soberanía alimentaria de los murcianos, que nos hace cada vez más dependientes de los grandes oligopolios del sistema agroalimentario globalizado", se duele Egea. Al respecto, tiene claro que "la función principal de los paisajes agrarios indudablemente es la de producir alimentos en la actualidad", y sostiene que esta capacidad "debe mantenerse o aumentar para las generaciones futuras".

Pero además, estos paisajes se acompañan de otros adornos valiosos. “Atesoran otros muchos valores y beneficios”, defiende Egea, quien recuerda que, de acuerdo con algunos autores, gran parte de la fauna silvestre más emblemática se vería gravemente afectada sin la existencia de agropaisajes diversos, donde viven, se refugian y/o encuentran alimento especies de aves esteparias, rapaces, linces, osos, lobos, anfibios o reptiles. Asimismo, contribuyen de forma significativa a mitigar los problemas del cambio climático, a frenar procesos erosivos… Y a estos beneficios de tipo ambiental hay que sumarle, por añadidura, todo tipo de valores ligados al patrimonio sociocultural.

Los paisajes agrarios tradicionales aparentemente pueden ser similares en numerosas partes de la Tierra. Una imagen de una estepa cerealista puede ser igual en Murcia, que en Albacete, Rusia o Estados Unidos; sin embargo, las especies y variedades que integran estos paisajes, la biodiversidad asociada, así como el manejo del agrosistema son muy diferentes en distintos puntos del planeta, dibuja mentalmente el catedrático, quien concluye que “la cultura agraria y la cultura gastronómica tradicional diferencia claramente unos territorios de otros”.

Por su parte, “en los paisajes agrarios industrializados no hay diferencias significativas en un mismo tipo de paisaje. En las grandes extensiones cerealistas de la Tierra, por citar el mismo ejemplo, además de presentar una misma fisionomía, encontramos las mismas plantas, idéntica maquinaria, se utilizan los insumos y se practican técnicas de cultivo similares. Incluso la biodiversidad asociada como setos, bosques islas y otros retazos de vegetación que crecían intercalados o junto a los cultivos, y que podían diferenciar unas zonas de otras, han desaparecido por completo”.

El acicate principal para la pérdida de estos valiosos territorios ha radicado, según el especialista, en que gran parte de los espacios agrarios tradicionales de la Región de Murcia, como en otras zonas del planeta, ocupan las tierras más fértiles y productivas; y sin embargo han dejado de ser rentables para sus propietarios. La agricultura tradicional, de tipo familiar y minifundista, que se practica en muchos territorios históricos no puede ahora competir con una agricultura industrializada, fuertemente subvencionada por la PAC y a la que no se le aplica el principio de que “el que contamina paga”. "Si se le imputaran todas las externalidades negativas que genera, este modelo productivo dejaría de ser rentable", subraya.

Así las cosas, la falta de rentabilidad de la agricultura de tipo familiar “potenciada por las políticas agrarias y de desarrollo rural aplicadas a partir de la segunda mitad del siglo XX, junto a otros factores” ha generado la disminución de la calidad de vida de los propietarios, una pérdida de empleo y una reducción de las actividades socioeconómicas, lo que ha llevado al abandono del espacio agrario e incluso del territorio. "En el espacio agrario periurbano, como la Huerta de Murcia, esta problemática se ha acentuado con la especulación urbanística y las plusvalías que genera el paso de un espacio agrario a otro de tipo urbano", incide el experto.

Y llegamos a un momento, considera Egea, en que los paisajes agrarios tradicionales "han sido ignorados o menospreciados por las políticas agrarias, las ambientales, las de desarrollo rural, así como por los propios ciudadanos". Así, a la ya descrita expansión del modelo industrializado de la agricultura, hay que superponer las políticas de conservación de la naturaleza, que "han contribuido también al abandono de los espacios agrarios integrados en el medio natural. El sistema global de áreas protegidas ha obviado, en general, las relaciones históricas entre las culturas campesinas, el paisaje y la biodiversidad y se ha marginado a la población local. La exclusión de los usos tradicionales, práctica habitual de la política de gestión de espacios protegidos del último tercio del siglo pasado, ha roto las conexiones entre naturaleza y sistemas agrarios, alterando la dinámica de los ecosistemas", explica.

Y apunta, por último, que "los ciudadanos participamos también, de forma indirecta, de la degradación de los paisajes tradicionales. La compra masiva de alimentos procedentes del sistema globalizado favorece los paisajes agrarios industrializados".

En la Región de Murcia, los paisajes agrarios más afectados han sido las zonas de montaña y las zonas marginales que no han podido adaptarse al modelo agrícola industrializado y, en consecuencia, se han abandonado, según cita el también autor de varios libros sobre el tema. La Huerta de Murcia ha sido otros de los espacios que más ha mutado. “En las últimas décadas más del 46 % de su superficie agraria ha sido absorbida por el espacio urbano e infraestructuras asociadas”, detalla.

Otros se han conservado bastante bien. Aquí se enmarcan el Valle de Ricote o Valle Morisco, “con su sistema de regadío y sus majestuosas palmeras que se elevan sobre un manto de cítricos, constituye un paisaje sólo comparables a algunos oasis del Magreb”, se alegra. También el Coto arrocero de Calasparra, enclavado en una zona muy montañosa y quebrada de la Vega Alta del Segura, que “con un manejo tradicional, difiere del resto de zonas arroceras del país, situadas en amplias llanuras a nivel del mar, fáciles de mecanizar”. Y “lo que resta de la Huerta de Murcia es otro de los espacios agrarios tradicionales más característicos y emblemáticos de nuestra Región y del ámbito europeo. Este hecho, queda patente en la calificación de Paisaje de Extraordinario Valor otorgada por la Agencia Europea de Medio Ambiente”. A estos espacios les suma asimismo otros paisajes de interés como los valles vitivinícolas de la DO de Bullas o las estepas cerealistas de Cagitán, por citar algunos.

AGROECOLOGÍA

La Agroecología es una ciencia que surge en América Latina, hacia la década de 1980, "como alternativa a la crisis alimentaria, ambiental, socioeconómica y cultural, a la que nos ha llevado el sistema agroalimentario globalizado. Se puede definir como la ecología del sistema agroalimentario. Su objetivo general es la sostenibilidad de toda la cadena agroalimentaria, de forma que se establezca un equilibrio entre la responsabilidad ecológica, la viabilidad económica y la justicia social", señala José María Egea.

Pero, por supuesto, queda mucho trabajo por hacer. Para la gestión de los espacios agrarios de la Región, analiza Egea, se deben considerar tres escenarios diferentes. Por un lado, hay que actuar sobre los nuevos regadíos, un modelo que, dice, se verá muy afectado por el cambio climático, y no en vano advierte de que “el desafío más importante al que nos enfrentamos en las próximas décadas es adaptar nuestro sistema agroalimentario al cambio climático”. En este sentido, una de las primeras acciones que se debe abordar es seleccionar especies y variedades como alternativa a los cultivos dominantes actuales, con capacidad de aguantar estreses hídricos y salinos y que requieran pocos insumos (agua, fertilizantes, pesticidas y energía). Además, se deberían potenciar las practicas agroecológicas relacionadas con la diversificación de los cultivos y el establecimiento de flora auxiliar.

Otro escenario en el que hay que actuar “de forma inmediata” tiene que ver con la Huerta de Murcia: “la sostenibilidad alimentaria del Área Metropolitana Murciana pasa por conservar y poner en valor el espacio agrario periurbano. Para ello, abogamos por la puesta en marcha de una Estrategia Alimentaria Agroecológica, que se incorpore en el planeamiento municipal, de forma que se establezca una simbiosis entre el espacio agrario productivo y el consumo en el espacio urbano”.

Murcia acogerá las jornadas del Pacto Intervegas el 26 y 27 de octubre

El Pacto Estatal por la Soberanía Alimentaria y la Sostenibilidad del Territorio, conocido como Pacto Intervegas, trabaja para recuperar los Territorios Agrarios Históricos (TAH) de alto valor cultural desde los principios de la soberanía alimentaria y la agroecología.

En torno a este Pacto se ha generado una red de ámbito nacional, en la que están representadas todas las comunidades autónomas. Surgió de un movimiento social promovido por asociaciones que vienen reivindicando la conservación de los Territorios Históricos, como Huerta Viva en Murcia, las plataformas Salvemos la Vega y Vega Educa en Granada, o Per L’Horta en Valencia. Después, se han adherido, entre otros, el Ayuntamiento de Murcia, La Asamblea Regional y la Universidad de Murcia.

El Pacto celebra unas jornadas anuales pasando por todas CCAA de España. Las próximas, se celebrarán en Murcia entre el 26 y 27 de octubre.

Mientras que los espacios agrarios de montaña y zonas marginales constituyen el tercer escenario donde se debería actuar también de forma urgente. Estos espacios continúan sufriendo el proceso de desagrarización del territorio, la falta de empleo, la pérdida de población y la degradación y abandono de los cultivos, “lo que pone en peligro los valores naturales y los servicios ecosistémicos que prestan a la sociedad murciana”. En este caso, “se debería iniciar la reactivación socioeconómica de estas áreas, vinculadas a un proceso participativo de Transición y Restauración Agroecológica que, además de mejorar la calidad de vida de la población, contribuya a recuperar y conservar el patrimonio natural, cultural y agrario del territorio”.

Egea ya está experimentando en este sentido. Así, dentro del Pacto Estatal por la Soberanía Alimentaria y la Sostenibilidad del Territorio (Pacto Intervegas), al que pertenece, se han impulsado dos acciones para llevar a la práctica este modelo productivo agroecológico en la Región. Una de ellas está promovida por el Ayuntamiento de Murcia y aspira a la restauración agroecológica de la zona de los meandros del río Segura, situados al oeste de la ciudad. La finalidad del otro proyecto, aprobado recientemente por la Dirección General de Desarrollo Rural, es hacer la transición agroecológica en el Espacio Natural de Sierra Espuña y zonas de amortiguación. “Entre ambos proyectos se pretende tejer una red entre productores y consumidores; así como establecer una Estrategia Agroalimentaria Agroecológica de ámbito regional, que contribuya a la consolidación de los TAH”, argumenta.

Más aún, los miembros del Pacto Intervegas, en el que están representadas todas las comunidades autónomas, han redactado una ley con la finalidad de proteger los Territorios Agrarios Históricos que ha sido presentada ya en el Congreso de los Diputados para su debate.

A la espera de que ese debate se produzca, Egea enjuicia que las leyes que se dicten para la conservación del espacio agrario “pueden venir muy bien para que éste se proteja, pero de poco servirán si no vienen acompañadas de medidas que mantengan a los agricultores en esos espacios. Sin agricultores no habrá conservación ni revalorización efectiva de los TAH”, e insiste en que “la única posibilidad para estos espacios pasa por un proceso participativo de transición y restauración agroecológica que contribuya al desarrollo socioeconómico del territorio”. Y para este proceso “es necesario involucrar a todos los sectores del sistema agroalimentario para vertebrar una cadena agroalimentaria agroecológica entre productores y consumidores, a partir de los recursos endógenos y, en la medida de lo posible, sin la participación de intermediarios (circuitos cortos de comercialización)”.

Egea, que hace ya más de diez años inició un análisis de los Paisajes Agrarios Tradicionales, está haciendo estos días un recorrido virtual en una red social con álbumes que repasan los huertos familiares, la vereda de poniente, el Noroestre, el coto arrocero de Calasparra o el Valle de Ricote, y donde deja imágenes y descripciones de los cultivos, los aprovechamientos, el arbolado, la distribución de especies, el entorno o las gentes que los habitan. Un llamamiento que lanza mientras se aflige porque “los ciudadanos, en general, no somos conscientes del valor y de los beneficios que presan los paisajes agrarios tradicionales. Les hemos dado la espalda a nuestros sistemas agrarios. Ahora, los alimentos que consumimos proceden en gran parte de áreas situadas a cientos y miles de kilómetros. Hemos perdido la sensación de pertenencia a nuestros territorios. Si fuéramos conscientes de su valor, haríamos lo imposible por conservarlos”, medita.

 
Algunas vistas de Territorios Agrarios Históricos de la Región de Murcia. Imágenes: José María Egea, quien en la fotografía de la derecha sostiene el libro 'Huerta de Murcia' escrito junto a José María Egea Sánchez.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.