El martín pescador, baile en el Segura y ¿bioindicador?

 

A priori puede resultar sorprendente, pero el martín pescador (Alcedo atthis) es un habitante más del río Segura a su paso por la capital. En medio de las obras, del ruido, del trajín, de la pérdida de vegetación, de la gente, de los movimientos del fango en extracción... aquí, una pareja de martines pescadores se está buscando la vida. Y parece que les va bien. Les hemos visto ya en varias ocasiones, descendiendo el río hasta detenerse en una zona remansada. Escogen la margen izquierda. Se posan entre los tallos de los carrizos, a los que se suben para obtener una buena visión del curso de agua. Un agua ahora bastante opaca por los polvos que arrastra. Pero ellos saben que acoge en su seno la cantidad de peces suficientes para sobrevivir.

A veces semi ocultos, a veces expuestos a la mirada de los viandantes, la pareja de aves ha establecido una peculiar relación de desconfianza con ciertas dosis de apego, o al revés... En ocasiones se acercan el uno al otro, se llaman, se miran..., y más tarde se enzarzan en lo que parecen pequeñas refriegas. 

pareja_martin_pescador_peq.jpgPero no terminan de separarse. Como en elclickverde grabamos en la distancia, para no molestar, no hemos podido determinar el sexo de la pareja: no sabemos, aún, si son macho y hembra, un adulto y su cría, o dos machos peleándose por el territorio... Todo puede ser en una época del año en el que el calor está disparado y puede confundir a las especies y modificar comportamientos. Recordamos que el año pasado, un calor inusual atrasado motivó, por ejemplo, que se disparara la población de libélulas (puedes leer el reportaje AQUÍ). 

En todo caso, da gusto observar a este pájaro más tirando a pequeño que a mediano, robusto, de cabeza grande y mayor pico, y de cola escasa. A pesar de su brillante espalda azulada, o verdosa según la luz, y de su vientre llamativamente naranja, generalmente cuesta descubrirlo entre la vegetación. Es más fácil identificarlo cuando, raudo, cruza el río antes de elegir un posadero. O por su trino, característico, aunque muy débli: hay que aguzar el oído. Según tenga el día, al menos en estos dos individuos que conocemos, se detienen un largo rato en el mismo emplazamiento, o, en un par de saltos, abandonan rápidamente su puesto de vigilancia para buscar mejores oteaderos.

No uno, ni dos, sino tres

Y lo mejor es que, en realidad, no hemos visto solo dos martines pescadores en esta localización del Segura. Hemos visto ya tres. En días pasados, un ejemplar distinto, de espalda más verdosa y, sobre todo, de manchas faciales notoriamente distintas a las que exhibe esta pareja, ha estado posado en el río. En este caso, mostraba preferencia por las piedras pegadas al cauce.

Tanto a éste como a los otros dos, hay que buscarlos apenas unos centímetros sobre el lecho. Esperando. Acechando. Lanzándose al agua y volviendo a su percha en apenas tres segundos. Y dándose tiempo para secarse, si el día está siendo bueno y les está ofreciendo un buen número de inmersiones. No secarse bien, sobre todo a los más jóvenes, puede costarles la vida.

¿Soportarán las obras?

Hemos visto a fochas, gallinetas e incluso a la garza real rebuscar entre el fango removido por la excavadora. Pero el martín pescador es un ave muy delicada, muy sensible para algunas cosas -calidad del agua, suficiencia de presas- y más resistente para otras -algunas alteraciones de las orillas-, y que está catalogada como 'casi amenazada' en el Libro Rojo de las Aves de España (2004). ¿Podrá soportar esta presión? No lo sabemos...

 

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.

Los miembros de la pareja:

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El otro ejemplar:

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Y la pareja, volteando:

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¿Bioindicador?

Desde hace ya años se viene hablando del martín pescador como bioindicador, es decir, una especie cuya existencia en un paraje es reflejo del buen estado de ese paisaje, de la calidad del territorio.

Sin embargo, estos martines pescadores que hemos recogido en los vídeos están aquí, en la capital de Murcia, en medio de las obras de dragado que llenan de polvo y lodo las aguas, que están retirando de las orillas las cañas y parte de los carrizos y que están alterando las riberas... a lo que hay que sumar los días de fiesta veraniega: el ruido, la algarabía, la música, decenas de personas paseando en las proximidades, los conciertos apenas a unos metros del cauce...

Y el calor. Pero, que se sepa, el calor no es molestia, como sí lo es el frío.

Y aun y todo, a pesar del ruido, la degradación pasajera, la pérdida de las orillas... aquí están. Y no solo eso, los hemos visto, en otras comunidades autónomas, en las inmediaciones de fábricas que vierten a los ríos... La pregunta, entonces, es, ¿es realmente el martín pescador un bioindicador?