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Al llegar a Uganda todo es sorprendente. Esa tierra roja que se incrusta en tu piel y tu ropa y que te lleva hacia un lugar desconocido y emocionante. Esos caminos llenos de gente andando, caminando hacia su lugar de trabajo, su casa, el colegio o el hospital, sin descanso, girándose cada vez que un musungu (blanco en acholi, el idioma local) pasa en una moto o en el coche, para sonreírle e incluso saludarle con cariño.

Ese camino lleno de baches y en línea recta te lleva hasta el parque natural de Murchison Falls, uno de los más importantes de Uganda, ubicado en el norte del país, en torno al Nilo Blanco. A partir de ese momento tu boca se queda abierta al descubrir de algo nuevo: los animales salvajes en su hábitat natural.

elefante_1_actividad_naturaleza_elclickvTras pasar los controles de seguridad y acceso y pagar unos 40 dólares para pasar una jornada de 24 horas dentro de este paraje, el camino se hace más estrecho y comienza el juego de quién es el primero que se encuentra con un Jackson, una gacela o un facóquero, más conocido como Pumba, que campan a sus anchas en los márgenes. Pero el animal por excelencia de este parque es el elefante. Con su tranquilo andar se abre paso por la vegetación, agitando sus grandes orejas y mirando curioso o, puede ser que aburrido, a los integrantes de los vehículos que pasan. No tiene miedo, pero tampoco se acerca demasiado. Parece que prefiere la quietud de la llanura o la compañía de los otros animales antes que de los humanos. Y no les echo la culpa. Es mucho mejor estar tranquilos comiendo o rascándose antes que saludar a los turistas que se lanzan a la ventanilla del vehículo para sacarle una foto, aunque sea de culo.

Las jirafas también son un espectáculo. Erguidas, altas, emergen de los arbustos y árboles que las rodean y se giran para ver quiénes las molestan, pero continúan con su quehacer una vez que confirman que no hay peligro. Se distingue a los machos porque son mucho más oscuros que las hembras, y eso también es otro de los juegos preferidos del turista, diferenciarlos unos de otras.

Continuamos por ese rojo y estrecho camino al traqueteo de los baches, y es entonces cuando se observa el Nilo, tras unas colinas y muchas palmeras y vegetación. Es impresionante, extenso, bravo, lleno de vida. Entiendo por qué es uno de los más famosos del planeta, y eso que estamos al comienzo de su andadura por toda África, en el Nilo Blanco, es decir, el nacimiento del río que desembocará en el Mediterráneo tras un largo trayecto por buena parte de África.

Los hipopótamos hacen del Nilo su lugar de residencia, pero en esas zonas más tranquilas y quietas, asomando sólo sus pequeños ojos que dejan adivinar la presencia de algo más pesado e incluso peligroso por debajo del agua. Se escuchan sus resoplidos y sus movimientos, pero en su mayor parte se mantienen quietos, descansando, disfrutando del agua y de la temperatura.

Pero nuestro viaje no se detiene ahí. Hay que llegar hasta las cataratas de Murchinson, conocidas como Kabalega o Kabarega, un conjunto de tres grandes cascadas en el Nilo Blanco que tienen un desnivel de 43 metros entre la meseta y la fosa y que promete ser todo un espectáculo. Subimos al pequeño barco que nos llevará hasta ese lugar y comienza un viaje por el Nilo inolvidable, saboreando esas vistas de grupos de elefantes que se acercan a la orilla para beber agua, o nadando desde una pequeña isla en el medio del río hasta la otra orilla, donde les esperan sus compañeros.

Pero es también el momento en el que descubrimos un elefante adulto, con la trompa cortada quién sabe por qué, en la orilla, entre los grandes árboles. Está solo y nos preguntamos si es porque quiere o simplemente ha sido repudiado por el resto de su manada. Quizás sea lo segundo.

En este río no sólo sorprenden los elefantes o los hipopótamos, sino que también una pequeña ave que sobrevuela las aguas hasta que descubre a su presa y se lanza en picado para cazarla. Sin olvidar a los cocodrilos que sorprenden por su rapidez y fuerza al encontrarse con algo inesperado o con una presa en la orilla del río.

murchinson_falls_uganda_actividad_naturaCuando la espuma empieza a aparecer en el agua es cuando se sabe que las cataratas están cerca y todo el mundo sube a la parte de arriba del barco, desafiando al calor, la humedad y el sol. Pero merece la pena. Se pueden ver, a lo lejos, esas cataratas, y comienza a escucharse ese ruido tan característico. Para poder disfrutarlas bien, hay que subir hasta el comienzo de su desnivel, a través de un estrecho sendero y guiado por un ranger que te va dando observaciones e, incluso, te anima para no perder el ritmo de los compañeros. A la vez va aconsejándote a parar e ir a tu ritmo si la humedad y el calor sofocante te dejan un poco KO.

Tras varios escalones y más de una hora de camino, el destino está más cerca, y aunque cada vez las temperaturas son más extremas, se disfruta de cómo el agua vaporizada por la fuerza de la caída refresca tu cuerpo y tu mente, dispuesta a relajarse y dejarse llevar por la naturaleza.

Al león, sólo se le puede ver a primera hora de la mañana. Por eso nos levantamos temprano y esperamos a que el barco nos cruce a la otra orilla del río para buscar al rey de la selva. Es entonces cuando nos sorprende un espectacular amanecer. El rojo sol se alza y refleja en las aguas del río que baja agitado y es otro momento en el que se debe dejar de lado todo el mundanal ruido para dejarse llevar por ese sentimiento de estar en medio de la naturaleza.

Tras cruzar el río, comienza la búsqueda del león. Acompañados de un ranger que no se separa de su rifle, sólo por precaución, continuamos por el camino tortuoso y estrecho hasta donde se supone que están los leones. Tras varias horas conduciendo y disfrutando del paisaje, nos dirigimos hacia una zona donde se supone que está el lugar de descanso de estos animales y es cuando descubrimos a cinco pequeños leones acompañados de su madre que mira curiosa y alerta a nuestro coche. No se mueve, pero ruge, levanta esos bigotes como diciendo, cuidado, si os acercáis, en menos de tres segundos estoy encima de vuestro coche y soy capaz de todo por defender a mis crías. Por eso nos mantenemos al margen, excitados porque hemos conseguido observarlos así, tan cerca y a la vez tan lejos, sin querer molestarles, pero sabiendo que hemos formado parte del extraordinario momento en el que se paseaban de un lugar a otro después de una jornada de caza. Nos preguntamos dónde está el macho, pero el ranger nos dice que lo más seguro es que esté durmiendo. La caza es cosa de chicas.

Objetivo cumplido, y ahora vuelta a la realidad. Volvemos por ese camino estrecho, despidiéndonos de gacelas, Jackcsons, cervatillos, jirafas, elefantes e hipopótamos para atravesar esa verja verde que nos ha adentrado en la naturaleza salvaje e impresionante. Volvemos a esa realidad llena de sonrisas, de niños que juegan en la tierra, descalzos, a esos caminos de tierra roja, a ese orfanato que tantas alegrías nos da, a esos poblados acogedores y repletos de trabajadores que cuidan de su familia y la naturaleza que es Uganda sin pensar que quedan solo unas semanas para volver a la realidad de España. Pero eso puede esperar. Mientras tanto, a disfrutar de África.

Ana Lacasa Martínez

Colaboración para elclickverde

  • El alcelafo de Jackson, un antílope habitual
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  • Amanece en el Nilo Blanco
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  • El impresionante búfalo, cómo no, con su garcilla al lomo
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  • Un cálao terrestre norteño, o cálao abisinio, macho, como indica su coloración roja
    Un cálao terrestre norteño, o cálao abisinio, macho, como indica su coloración roja
  • Este elefante pastaba tranquilo en las cercanías
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  • Un primer plano de otro ejemplar
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  • Y un tercer elefante, en todo lo suyo
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  • Una bonita flor del parque
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  • Los hipopótamos, uno de los animales más peligrosos del planeta
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  • Un jabalí africano que nos miró de frente
    Un jabalí africano que nos miró de frente
  • Un macho de jirafa, distinguible por sus tonos más oscuros
    Un macho de jirafa, distinguible por sus tonos más oscuros
  • Las leonas vuelven de la caza
    Las leonas vuelven de la caza
  • Una manada de elefantes se cruzó a lo lejos
    Una manada de elefantes se cruzó a lo lejos
  • El babuíno nos vigilaba distraídamente
    El babuíno nos vigilaba distraídamente
  • Nos acercamos a las cataratas de Murchinson
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  • Una panorámica de las cataratas de Murchinson
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  • Una garza goliat (Ardea goliath), la más grande del mundo, espera que se le dé bien la pesca hoy a la orilla del Nilo
    Una garza goliat (Ardea goliath), la más grande del mundo, espera que se le dé bien la pesca hoy a la orilla del Nilo
  • La bloguera Ana Lacasa Martínez, en Uganda
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